Desde que arribó al Parque, Diego Cagna mostró serenidad, autoridad y decisión para encarar la búsqueda del equipo. Como no encontró respuestas en los valores que estaban siendo utilizados, no le tembló el pulso para meter mano más a fondo.
Desde que arribó al Parq ue, Diego Cagna mostró serenidad, autoridad y decisión para encarar la búsqueda del equipo. Como no encontró respuestas en los valores que estaban siendo utilizados, no le tembló el pulso para meter mano más a fondo y en la previa de su tercer compromiso ya aparece el sello de la cantera rojinegra. Es que de cara al choque de mañana, a las 19.15, con Olimpo en el Coloso, el técnico usará a los juveniles Fabián Muñoz y Maximiliano Urruti en la delantera. Y los refuerzos que llegaron en el receso de invierno supuestamente para mejorar el potencial de la ofensiva, perdieron rápidamente terreno porque a juzgar por la determinaciones del entrenador mostraron que todavía no están a la altura de las urgencias leprosas en el Apertura.
Así, en la 13ª fecha del torneo, cuando Newell's atraviesa un pasaje de máxima exigencia, con dudas en presente y problemas a futuro, Ricardo Noir y Carmelo Valencia integrarán el banco de relevos, y Víctor Aquino ni siquiera quedó concentrado para esta ocasión. En sólo dos partidos de este nuevo ciclo, las tres incorporaciones quedaron evidentemente relegadas y por fallas propias se transformaron en alternativas de ocasión. En poco más de medio campeonato, ni siquiera pudieron consolidarse en la alineación titular.
Queda claro que no es una inclinación por convicción sino por necesidad. Cagna rescata a estos pibes de las inferiores porque no puede esperar los aletargados procesos de adaptación de los refuerzos para forjar la reacción que necesita. Siete goles en doce partidos tienen sabor a poco y crearon un agitado escenario en el que se vuelve inevitable buscar variantes más confiables. Y la fuerza interior de las divisiones juveniles asoma como una posibilidad cierta de rebeldía futbolera, mucho más después del golazo de Muñoz en Floresta, que hizo simple lo complicado y marcó un rumbo, menos tormentoso, para seguir.
Esta situación expone crudamente las malas decisiones de Newell's en la política de refuerzos. Y no es cuestión de contar con muchos o pocos recursos. Ni siquiera es un problema económico. No tiene que ver con el millón de dólares que se gastaron para comprar el pase del paraguayo Aquino, tampoco con los 80 mil del préstamo de Noir. Menos tranquiliza saber que Valencia llegó sin cargo, junto con el pase de Víctor Figueroa. La dirigencia leprosa debió elegir mejor para no apurar los tiempos de los chicos y no atar la suerte del equipo a la capacidad de inserción que puedan exhibir estos carasucias en sus primeros pasos en el rodeo principal.
Las fulgurantes apariciones de Muñoz y Urruti son un claro síntoma de una etapa de deterioro que todavía no encontró su punto de inflexión. La natural picardía de los pibes, su escuela de casta leprosa y el mayor grado de compromiso que ostentan, invitan a pensar en que el cambio es posible. Cagna confía en ellos, y lo demuestra antes del tercer partido.
Fuente: Lacapital.com.ar
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