LOS PIBES DE DIVISIONES INFERIORES, EL SUEÑO DEL CRACK
Sólo un club de primera examina a unos dos mil jugadores amateurs por año, de los que suele seleccionar a no más de cincuenta. Dos de ellos cuentan su experiencia, mientras persiguen la meta de llegar al plantel profesional.Son chicos con sueños grandes. Unos dos mil por año -sólo en Rosario Central, según calcula el coordinador de las inferiores canallas, Aurelio Pascuttini- vienen del interior del país a probarse y a rezar por una oportunidad de saltar al fútbol profesional. No hay ilusión para todos: de ese enjambre, sólo serán elegidos no más de 50. Son unos pocos días en los que deben demostrar todo lo que saben y pueden, un par de partidos en los que las segundas oportunidades rara vez existen. Encima de eso, son adolescentes.
Pablo Agüero llegó en febrero desde General Pico, La Pampa, a la Academia Ernesto Duchini, de Villa Constitución. Ese semillero fue la antesala del sueño que acaricia por ahora: quedar en Newell´s. “Vinieron a vernos jugar un partido de cuarenta minutos. Y apenas terminó, un seleccionador del club me dijo que me esperaba al otro día en Rosario. En Bella Vista enfrentamos a las inferiores de Newell´s, y después jugamos entre los que habíamos quedado preseleccionados. Por suerte, me volvieron a citar”, contó la promesa pampeana. Tiene 16 años y los ojos le brillan al explicar su especialidad. “Juego como enganche, pero en Newell´s les gusté como doble cinco. Yo me adapto a lo que me pidan, sólo quiero jugar”, dijo Agüero, mientras se afana por seguir los pasos de sus modelos, Riquelme y Verón: “Son lentos, pero con mucha inteligencia, técnica, talento”.
El volante nunca olvidará el primer partido en el predio que Newell´s posee en el extremo oeste de la ciudad. Lo cuenta con lugares comunes que no dicen gran cosa. Eso ya lo aprendió de los profesionales. “Estaba nervioso, pero después pude concentrarme en rendir. Me ayudó Mario Cesarín, el seleccionador de Newell´s, que me dijo dónde y cómo tenía que jugar. Fue importante para no sentirme tan presionado”, dijo Agüero de un tirón.
El desarraigo no es para cualquiera, aunque adelante aguarde la gloria y los contratos en euros. Muchos se vuelven a su pueblo porque no aguantan. No parece ser el caso de Pablo: “Tuve que dejar de lado muchas cosas por el fútbol, como la familia y los amigos, pero si quiero llegar lejos, siempre voy a tener que sacrificar y aguantar cosas que no me esperaba. La vida de los jugadores es así, los profesionales seguro que hicieron los mismo para llegar adonde están”.
Dinero y fama. Augusto Monte podría haberse quedado en alguna cantera de las que abundan en Buenos Aires y su conurbano, pero siguió de largo. Desde su Tres Arroyos natal, atravesó la pampa y recaló en la academia de Jorge Griffa, en Granadero Baigorria. Ahí lo tienen como gran promesa a este enganche “de los que quedan pocos”, según él mismo se califica.
“Cuando llegué me hicieron jugar tres partidos en tres días. Tenía que rendir en todos, porque si me iba mal en uno, no pasaba al siguiente. El último día me dijeron que me tenía que presentar en 48 horas. Ni siquiera tuve tiempo de volver a mi casa a buscar mis cosas”, recordó.
Sabe que su oportunidad de pasar a un club profesional puede llegar en cualquier momento, pero lo toma con calma y asume la faena de entrenar a diario. Así la ilusión sigue tan incólume como su pragmatismo: “Mi sueño es vivir del fútbol. No importa qué camiseta me ponga mientras me pueda mantener haciendo lo que me gusta. Pero si tengo que volar un poco, diría que quiero jugar en el Inter y estar tranquilo en Italia”.
Desde otro ángulo, un seleccionador como Aurelio Pascuttini, responsable de las inferiores centralistas, echa algo de luz al criterio empleado para decidir la felicidad o la frustración de los pibes que llegan a probarse. “Por año pasan dos mil pibes, de los cuales quedan no más de cincuenta”, dijo. En ese medio centenar de afortunados (¿afortunados?) quizás ya se encuentre el heredero de Lionel Messi, pero su presencia allí no responde sólo a cuestiones de talento. Pascuttini lo planteó clarito: “Además de lo técnico, se valora mucho cómo es la persona. Nos interesa saber si va a la escuela, si le gusta lo que hace. Lo nuestro “opinó el entrenador- no es un trabajo cualquiera: somos formadores de los jugadores que van a abastecer al plantel de primera”.
Fuente: Criticadigital
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